Cuando me ves

Reflexiones sobre una experiencia de producción fotográfica colectiva.

Candelaria Magliano – Universidad Nacional de Villa María

Resumen:

La fotografía -ya como disciplina, ya como producto resultante de una actividad en la medida en que ésta permite a las personas la construcción alternativa de nuevas vías para comprender(se) y dar sentido a diversos sucesos, reflexionar acerca de ellos y elaborar discursos y significados- permite narrar todo tipo de historias, exponer las dinámicas de una sociedad, preservar la memoria y nos alienta a mantenernos atentos ante las infinitas posibilidades de expresión que nos revela. La propuesta consistió en generar un modo de trabajo capaz de articular saberes y prácticas académicas con procesos de aprendizaje más disruptivos, que comprometa no sólo los aspectos intelectuales del sujeto, sino también los emocionales y afectivos. La educación y la formación en sentido profundo han de ser una experiencia vital, es decir en la cual está comprometida todo el ser de la persona.

Cuando me ves

Reflexiones sobre una experiencia de producción fotográfica colectiva.

“Unos ojos frente a tu rostro, que te miran pero, por favor, que no haya un mirar sin ver”

Alejandra Pizarnick

Introducción

En esta ocasión quisiera compartir la experiencia de una actividad de Extensión que se llevó adelante en la sede de San Francisco de la UNVM, en el marco del espacio curricular optativo de la Licenciatura en Comunicación Social, “De la fotografía periodística a la hiperfotografía”. La misma tuvo como ejes de acción una serie de talleres de fotografía. Los mismos estaban destinados a los estudiantes que cursan dicho espacio y están próximos a culminar sus estudios y a alumnos del 6to año del Colegio Secundario Pascual Bailón Sosa. Este taller, titulado «Cuando me ves» tuvo como ejes de trabajo el retrato, el autoretrato y la mirada dirigida hacia los demás y hacia uno mismo. La actividad se realizó a lo largo de tres jornadas, donde los alumnos de los dos niveles trabajaron de manera conjunta.

La propuesta para abordar estos temas se basó en los siguientes supuestos teóricos- pedagógicos:

  1. La fotografía no es solamente una práctica profesional y/o amateur que genera imágenes sin derivas; muy por el contrario es una práctica social ampliamente difundida que produce y reproduce imágenes icónicas y mentales. Se inscribe dentro de una cultura que provee ejemplos y modelos a seguir. Por lo que se la puede considerar como una pieza

fundamental dentro de un engranaje discursivo complejo que co-opera en la construcción de la imagen que tenemos de la sociedad y de nosotros mismos.

2. La necesidad de proponer actividades de formación que tengan en cuenta no sólo los aspectos cognitivos-racionales, sino que habiliten también procesos de aprendizaje que involucren aspectos lúdicos, creativos y emocionales que pongan en juego la participación democrática y la construcción colectiva de saberes.

3. Nuestros alumnos tienen conocimientos y prácticas concretas en torno a la fotografía y la autorepresentación. Al momento de proponer un proyecto de estas características consideramos fundamental reconocerlas como punto de partida, ya que lo que se quiere es pensar y buscar nuevas maneras de actualizar vínculos entre experiencias, modos de entender y estar en el mundo para fomentar la incorporación de conocimientos nuevos a fines de pluralizar contenidos y generar nuevas formas de transmisión y producción de saberes.

Así, la experiencia se propuso como un espacio apto para generar una instancia de reflexión conjunta y participativa en torno al retrato y al autorretrato como prácticas masivas que construyen identidad partiendo de un sub-género que es la selfie, práctica muy masiva en esta franja etaria, aunque es justo reconocer que atraviesa prácticamente todas las generaciones. Otro de los objetivos propuestos consistió en fomentar, a partir de esta experiencia, la consolidación de conocimientos por parte de los alumnos que concurren a la universidad y la posibilidad de compartir saberes adquiridos y experiencias con la comunidad escolar.

Contexto y pertinencia:

La llamada “selfie” es una actividad harto practicada por adolescentes y jóvenes, su función principal no es mostrar el mundo, darlo a conocer, sino señalar “nuestro estar en el mundo” (Fontcuberta. 2016. P.4). Antes las personas se retrataban para generar recuerdos que trascendieran el momento. Las fotografías familiares iban conformando con el tiempo una memoria personal, en tanto que el álbum familiar tenía la función de constatar y reafirmar la pertenencia a una red afectiva determinada. Hoy muchas de las fotografías se toman ya no pensando en una memoria que se actualizará en un futuro, en un contexto otro,

sino para compartirlas hoy. Inmediatamente. Fontcuberta lo describe estas actividades como dinámicas lúdicas que favorecen la autoexploración por encima de la memoria y la reflexión y que sirven para dar señales vitales. El ciclo podría describirse mediante la siguiente parodia: me fotografío, comparto, luego existo. Que los otros puedan ver/se me convierte en un acto de autoafirmación y confirmación de existencia en y con el mundo. Es por eso que los autorretratos y los retratos tanto individuales como grupales se reproducen y se multiplican principalmente en las distintas redes sociales, a través de internet. Esto trae aparejado algunas consecuencias: por un lado pareciera que un impulso narcisista y un tanto banal se hubiera apropiado de los más jóvenes y adolescentes copando este canal de comunicación: a cada clic nos encontramos con selfies que muestran distintas formas de estar: introspectivas, celebratorias, formales, seductoras, entre otras opciones del abanico emocional. Y por otro lado constatamos que la exposición que supone compartir las fotos en las redes anula o al menos difumina las fronteras entre los espacios privados y los públicos. El espacio vital aparece, a veces de manera más marcada que otras, como un todo continuado donde emociones y procesos están a la vista de quien quiera ver.

Esta forma de comunicarse a través de la imagen muchas veces es cuestionada como una expresión propia de una sociedad egocéntrica y superficial. Es real que “afirmación del yo” y la vanidad muchas veces se con-funden. Pero también es cierto que los modos de auto-re- conocimiento y la autoafirmación hunden sus raíces en géneros y practicas muy antiguas y que forman parte de procesos vinculados al conocimiento de uno mismo y de los otros muy necesarios, sobre todo en períodos de formación y, como afirma Dussel, la preocupación por nuestra propia imagen adquiere en este contexto gran importancia. De modo que podemos afirmar que

“La forma que tenemos de pensarnos a nosotros mismos, y de pensar a los demás, se da en el marco de estereotipos, formas, íconos, que nos vienen provistos por la cultura en que vivimos. Negarla, hacer de cuenta que no existe, no sirve, ni contribuye a que lo que transmitamos como educadores sea relevante y productivo para aquellos que a quienes estamos educando.” (Dussel, s/f. p.7)

Para sintetizar lo dicho hasta ahora: Nos encontramos con que el fenómeno selfie es un modo de producción que cubre necesidades de comunicación y autoafirmación pero que entraña el riesgo de fomentar una supremacía del narcicismo en detrimento del reconocimiento del otro. Además, en el afán de compartir estas representaciones vitales (Fontcuberta, 2016, p.5) la demarcación entre público y privado queda muchas veces debilitada. La exposición inconsciente y acrítica de la propia intimidad supone riesgos que no siempre son correctamente evaluados a tiempo y que pueden tener consecuencias indeseadas. O directamente dañinas. Finalmente, negar o ignorar estas realidades anula de plano la posibilidad de trabajar contenidos y herramientas que habiliten la posibilidad de poner en relación saberes teóricos con prácticas individuales y sociales. Al respecto María Acaso expresa en una entrevista sobre educación:

“Es una paradoja que en un mundo hipervisual nadie tenga la preocupación de desarrollar el pensamiento crítico visual. El resultado es que los chicos y chicas están indefensos ante las imágenes. Nos las tragamos, pero no llegamos a los mensajes que esconden. Somos algo así como ciegos- videntes. Y esa es la idea del terrorismo visual. Para combatirlo hay que trabajar ese pensamiento crítico visual, que no es innato” (Pérez Mendoza, 2014, eldiario.es)

Cabe destacar que una de las funciones fundamentales y deseables de la formación es actualizar los puntos de contacto entre la experiencia y el saber académico. Es ahí donde un sistema de significaciones puede pasar de un plano inconsciente a un nivel de consciencia. En este caso, además, enseñar a mirar, a leer imágenes implica un gran desafío ya que estamos inmersos en una cultura educativa profundamente atravesada por el lenguaje y que privilegia la palabra como herramienta primera.

La propuesta

Por todo lo anterior la propuesta buscó articular dos grandes ejes de trabajo: por un lado la exploración y el descubrimiento de recursos propios del lenguaje plástico a través de fotografías y pinturas. Partimos de la base que las imágenes son vehículos del conocimiento

y catalizadores de emociones, por lo tanto el análisis de expresiones artísticas es una actividad que promueve la producción de conocimiento crítico. El tránsito de la selfie/terreno-conocido al género del autorretrato/lugar-de-descubrimiento fue parte del recorrido que permitió explorar y reconocer diversas formas de expresión a lo largo de la historia de la pintura y la fotografía.

Una segunda instancia consistió en la puesta en práctica de lo conversado. Los alumnos participantes fueron invitados a fotografiarse, construir autorretratos –esta vez entendidos como una propuesta visual consciente de uno mismo- con la ayuda de sus compañeros. Para que esto fuera posible era fundamental lograr una dinámica sostenida en comunicación horizontal, la creatividad, el juego y el sentido del humor, utilizando el aprendizaje de la fotografía como herramienta motivadora-disparadora. Es que cámara ofrece la posibilidad de revelar y revelarse.

Desarrollo de los talleres. Modalidad de trabajo

En la primer jornada hubo una primera instancia de tipo expositiva donde se explicaban algunas nociones sobre el retrato y el autorretrato, historia de este género, búsquedas a través de la imagen y el reflejo, ejemplos de pintores y fotógrafos que incursionaron en este género y luego dio paso a una instancia práctica donde los alumnos debían elegir alumnos de los autorretratos propuestos, pensar por qué de todas las imágenes propuestas elegían esa, que resonancias despertaba en su interior. Ver para verse.

Algunos autorretratos que se trabajaron fueron de pintores como Frida Kahlo, quien ahondó en la representación del dolor y de las emociones profundas; sus pinturas son además discursos elaborados a partir de una concepción de mundo y de belleza muy diferente a la que circula masivamente; Durero con su autorretrato que puede ser leído como una rebeldía auto-instituyente, los autorretratos de Iuu Susiraja, fotógrafa finlandesa que cuestiona fuertemente los prototipos y modelos de mujer impuestos socialmente, entre otros. Todos estos temas y otros que no cabrían en esta presentación fueron puestos sobre la mesa, conversados, discutidos, interpelados. Las fotografías actuaron como elementos impulsores de la reflexión y de las emociones.

En los siguientes encuentros, ya con las fotografías seleccionadas, se trabajó con conceptos tales como edición y selección del material. Estas son operaciones que permiten construir o enfatizar una cadena de sentidos y significaciones. El montaje es una herramienta que permite poner en relación la imagen y la palabra, y es este vínculo crítico el que les permitirá a ambas escapar de la cadena de sentidos estereotipados, reducidos. Y colaborar para la emergencia de nuevos sentidos.

Las fotografías seleccionadas fueron impresas en unos “lienzos de un metro por 80cm y expuestos en el hall del colegio.

Algunas conclusiones:

La fotografía -ya como disciplina, ya como producto resultante de una actividad en la medida en que ésta permite a las personas la construcción alternativa de nuevas vías para comprender(se) y dar sentido a diversos sucesos, reflexionar acerca de ellos y elaborar

discursos y significados- permite narrar todo tipo de historias, exponer las dinámicas de una sociedad, preservar la memoria y nos alienta a mantenernos atentos ante las infinitas posibilidades de expresión que nos revela. Nos tiende un puente hacia el autoconocimiento y la magia del descubrimiento. No se trata simplemente del aprendizaje de una técnica. Se trata también de ampliar la capacidad de percibir/pensar y de comunica/se; es un acto de autodeterminación donde se ponen en acción la posibilidad de tomar decisiones y la comprensión del lenguaje visual.

El objetivo implicó generar un espacio de reflexión y participación en torno al retrato y al autorretrato como prácticas masivas que construyen identidad y proponen un modo de presentarse y vincularse con uno mismo y con los otros. Entonces, la práctica del retrato y el autoretrato permitió que los alumnos exploren otras vías de conocimiento de sí; en tanto que retratar a otros en el marco de un trabajo colectivo, dentro de un espacio de formación y sostenido por un cuerpo de saberes pertinentes, les abrió la puerta al encuentro de este “uno mismo” con los otros desde diversos lugares: el conocimiento, que pone en juego cuestiones de tipo teóricas –cognitivas; la empatía que interpela y refuerza cuestiones emocionales y afectivas y la solidaridad, es decir que también trabaja aspectos volitivos referidos a la conducta social. Es fundamental destacar que, en este tipo de proyectos, estas tres esferas se dan de manera simultánea y recíproca: así el taller se constituye en una experiencia vital, en la cual está comprometida todo el ser de la persona.

La experiencia permitió también el intercambio de conocimientos y experiencias entre los alumnos de la comunidad universitaria y la comunidad escolar que confluyen en un mismo espacio.

Así la práctica (masiva) fotográfica unida a las actividades -más específicas- propias del campo académico pudieron ser un puente hacia la acción común para fomentar la autoconciencia y la capacidad de restablecer vínculos con los otros y con el entorno a través del aprendizaje y la comprensión del lenguaje visual.

Bibliografía:

Fuentes bibliográficas:

Didi-Huberman, G. (2004). Imágenes pese todo. Memoria visual del Holocausto. Barcelona: Paidós.

Fontcuberta, J. (2012). La cámara de Pandora. La fotografía después de la fotografía. Barcelona: Gustavo Gili

Fuentes electrónicas:

Pérez Mendoza, S. (2014) “Relegar la educación artística tiene un objetivo político: crear ciegos-videntes”. El diario.es. Recuperado el 15 de agosto de 2017: http://www.eldiario.es/sociedad/busca-PP-salir-representado-PISA_0_329317279.html Dussel, I. (S/f). EDUCAR LA MIRADA: Reflexiones sobre una experiencia de producción audiovisual y de formación docente. Recuperado el 20 de mayo de 2016: https://seccionlreg6ta.files.wordpress.com/2016/09/educar-la-mirada-dussel.pdf Fontcuberta, J. (2016). Danza Sélfica. El selfie es el capítulo más moderno de la historia del retrato. Lejos de ser una moda, se ha consolidado como un género fotográfico.

Recuperado el 18 de agosto de 2017: https://elpais.com/cultura/2016/05/27/babelia/1464350594_684335.html