Déjà vu. Trabajo infantil

A principios del siglo XX, L.W.Hine se dedicó a documentar y registrar el trabajo infantil en USA. Este trabajo pionero en la fotografía documental, cuya finalidad era alertar sobre los estragos de la explotación laboral infantil, fue para mí durante mucho tiempo un referente.

Desde que Hine hizo sus fotos a esta parte han pasado más de100 años; en ese período ha cambiado la concepción de la niñez y lo que como sociedad consideramos bueno acerca de la infancia. Estos cambios se han visto plasmados en el marco legal a través de una serie de convenciones y declaraciones que ratifican la voluntad de proteger a los niños y niñas, ya que se entiende que la infancia es un espacio de cuidado. Ya en 1999 el 96% de los niños y niñas del mundo vivían en países jurídicamente obligados a proteger sus derechos. Dentro de esta concepción de derechos es importante aclarar que no todos los trabajos resultan contraproducentes para los niños ni pueden ser considerados como situaciones de abuso y explotación. Al respecto la Convención de Derechos del Niño establece que hablamos de trabajo y explotación cuando a un niño/a se le adscribe precozmente en tareas que dificultan su educación y su desarrollo físico, psíquico y social.

Frente a la necesidad de delimitar el registro fotográfico para la tesis de lic., abordé sólo el trabajo callejero en Córdoba ciudad, durante el año 2006 y 2007. Tomar como referencia la obra de Hine implicó recuperar la película analógica, en blanco y negro para contar las formas que adopta esta problemática hoy/acá, apelando a la capacidad de documentación y presentificación de la fotografía.

Han pasado varios años desde que tomé estas fotos, creo que hoy lo abordaría desde otro lugar y con otro formato. Hay algo, sin embargo, que permanece y es la certeza de que estas fotografías fueron posible porque esto sucedió efectivamente. Ellas, estas fotografías, en sí no son importantes. Sí lo que muestran; la discusión de fondo sigue siendo qué infancias queremos para nuestros niños, qué tan cerca estamos de ese “querer” y qué estamos dispuestos a hacer para concretarlo.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                         CM. Córdoba,  Arg. 2016

A esta hora exactamente
Hay un niño en la calle
Hay un niño en la calle

Es honra de los hombres proteger lo que crece
Cuidar que no haya infancia dispersa por las calles
Evitar que naufrague su corazón de barco
Su increíble aventura de pan y chocolate

Poniéndole una estrella en el sitio del hambre
De otro modo es inútil, de otro modo es absurdo
Ensayar en la tierra la alegría y el canto
Porque de nada vale, si hay un niño en la calle

(René Pérez – Canción para un niño en la calle)

El trabajo infantil callejero está considerado como una de las peores formas de trabajo infantil, por la alta exposición que conlleva. Tomé las fotografías de niños trabajando en las calles de Córdoba durante los años 2006-2007. Son todas tomas analógicas, fotos de ‘verdad’, con película blanco y negro, 400 – 800 y 3200 ISO. No queden dudas: en Córdoba, en el centro de la ciudad y a plena luz del día los niños mendigan, cartonean, venden, paran taxis, hacen malabares en las esquinas…

Cuando terminé el registro y la tesis presenté el escrito, aprobé con sobresaliente y gané un premio en un concurso sobre el tema. Sin embargo, nunca conseguí que ninguna galería, ninguna institución o centro cultural exponga la serie completa. Probablemente porque las fotografías no sean lo suficientemente buenas; ya me han dicho curadores, profesores y colegas que “se nota la distancia” (el teleobjetivo es tan chivato…). Y no, no me hice amiga de estos niños, no intimé con ellos, no pude retratarlos desde una especie de empatía y cercanía, a pesar de todo… esa tendencia tan cara a cierta fotografía documental que pareciera decir “es todo un horror, pero mirá que empático-simpático, qué cerquita que estoy del barro”.

No. No pude, tan lejos de mí, no pude zanjar la distancia entonces, no puedo hacerlo ahora.  Pero, mi incapacidad como fotógrafa no anula mi conmoción como persona, ni la pertinencia de la denuncia. Desde que yo tomé estas fotografías hasta el día de hoy, las condiciones socio-económicas no han mejorado y los índices de pobreza infantil han aumentado y con ello la precariedad y el desamparo.

Las fotos serán malas, malísimas, tanto que no ameritan ninguna exposición. Pero los hechos son. Hoy/Acá hay niños en la calle.

                                                                                                                                                                                                                                                                           CM.